Sólo para enmarcar históricamente la ópera, señálese que Atila fue un personaje histórico, que vivió en la primera mitad del Siglo V. Fue el último y el más poderoso líder de los hunos, llamados “barbaros” por lo romanos. Constituidos en una confederación de tribus euroasiáticas de diversos orígenes, Atila gobernó el mayor imperio europeo de su tiempo desde el año 434 hasta su muerte (acaecida el año 453). Aunque su imperio murió con él y no dejó ninguna herencia destacada, se convirtió en figura legendaria de la historia de Europa, donde se le recuerda como el paradigma mismo de la crueldad. En tal sentido, famosa es la frase que señala que “por donde pasaba el caballo de Atila no volvía a crecer la hierba” queriéndole mostrar como símbolo de la ferocidad. Esto es debido a interpretaciones históricas románticas en las que se consideró la invasión bárbara (los romanos con esta palabra sólo querían decir extranjero) como un gran desastre, primero para el imperio y luego para la humanidad.
El escritor griego Prisco fue a visitar a Atila (por cierto su nombre, dado por los godos, significa “padrecito”) formando parte de una embajada procedente del Imperio de Oriente. En su relato ha dejado una descripción de la capital del imperio huno (Aetzelburg- cerca de la actual Budapest): “Estaba formada por casas de madera y el palacio de Atila estaba situado en lo alto de una colina, rodeada por una empalizada y torres de vigía, donde la guardia impedía el acceso. Incluso tenía unas termas al estilo romano. La casa de la reina estaba forrada de tapices de lana y en los banquetes no faltaba música ni bufones".
Por último decir que en la ópera dos son personajes históricos: Attila y Ezio (también llamado Aecio o Aetius) un germano que había vivido como rehén en la corte: Tenía a sus órdenes unos 60.000 hombres y por eso se le dio el título de general en jefe de la península itálica.
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